Lanestosa, El lugar que detiene los relojes
Esta villa fundada en 1287 ocupa el punto mas occidental de Bizkaia, en la comarca de Enkarterri. Se trata del municipio más pequeño del territorio y uno de los menos habitados. Pero la monumentalidad de sus casas de indianos, su traza medieval, la riqueza paisajística del entorno y la amabilidad de sus gentes convierten Lanestosa en una visita muy recomendable.

TIERRA
julio 2022
Albert Einstein tenía razón. El tiempo no pasa igual en todas partes. En Lanestosa su flujo se ralentiza. Y no es preciso recurrir a la velocidad de la luz ni a la infinita atracción gravitatoria de un agujero negro. Basta caminar entre sus calles empedradas, detenerse a contemplar el paisaje, escuchar la naturaleza. Poco a poco, el tiempo rodará más lentamente. Las urgencias perderán importancia.
Como la mítica Shambala, Lanestosa se levanta en un valle de bosques y praderas perpetuamente verdes entre montañas, engarzada a un río, el Calera, que desemboca en el salmonero Asón hasta alimentar las marismas de Santoña y Colindres. El Calera desaparece de la vista en el terreno cárstico en el que, además, esculpe serpenteantes cañones calizos.

Por la calle principal de Lanestosa pasó el séquito del emperador Carlos V camino a la meseta hace medio milenio. Quien permanezca en silencio quizá escuche el chasquido de los cascos de las caballerías sobre el adoquín. Comerciantes enriquecidos por el tránsito de mercancias entre Castilla y el mar levantaron palacios en los XVII y XVIII. Posteriormente, indianos que hicieron fortuna en México, Guatemala o Cuba añadieron la guinda de palacetes, hoy centenarios, al vetusto callejero de la Villa con fincas como ‘La Casona’, ‘La Casa Vizcaya’ o ‘La Casa Sobera’ entre otras.
Hace tiempo que quienes habitan Lanestosa se dedican mayoritariamente a la agricultura y la ganadería. Este hecho ha permitido conservar no solo el espectacular entorno, si no también el modo de vida vinculado a los ciclos de la naturaleza en lugar alejado de la dictadura del reloj digital.

Mantienen abiertas sus puertas locales como ‘La abacería’, a la vez supermercado, taberna, ferretería, bodeguilla y lugar de conversación. Se percibe sin esfuerzo el trino de los pájaros, el cantos de los sapos y, seguro, en invierno el aullar del lobo. La dificultad de la carretera que atraviesa el puerto de Los Tornos, así como lo cambiante del clima en el alto, mantienen el tráfico rodado alejado de Lanestosa. Poco más que moteros auténticos, vecinos de la comarca o remolques de ganado.
Por eso el callejeo, al doblar la esquina, no conduce a otro lugar, si no a otro tiempo. Una época en la que el aire era fino y perfumado de heno y el ritmo de los trabajos lo marcaba el tañido del campanario.
Merece la pena respirar la tranquilidad de Lanestosa. Pero si se prefiere actividad que quite el aliento, quien pare en Lanestosa se encuentra en el lugar perfecto para la espeleología, el paso de vías ferratas, el senderismo, la bicicleta de montaña o el cicloturismo.

FIESTAS
- Durante la primera semana de agosto, la Virgen de las Nieves, con su singular desfile de los Danzantes
- A mediados de agosto, San Roque.
- Cada primer domingo de septiembre, Lanestosa acoge una concentración de coches clásicos que se supera cada año en número y calidad de los participantes.
www.lanestosa.eus

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